Dar nombre a algo, nombrar, es un acto de voluntaria creación. Ignacio Tovar, absolutamente consciente del poder de la palabra toma el nombre para su exposición de una soleá, nada menos.
Voluntaria y deliberadamente ancla su arte a un mundo tan rico en matices y lleno de fuerza creativa como el flamenco, y lo hace con ese verso suelto que nos transporta, apenas sin darnos cuenta a un tiempo poético y cargado de nostalgia.
Fuimos a su exposición sin saber nada de su obra, casi en la obligación de aprovechar la estancia en Sevilla. Tampoco conocíamos la sala donde colgaban sus cuadros.
Y ahora, al recordar los espacios callados del palacio sevillano, sus duros suelos de piedra, las paredes blancas o de argamasa vestidas por los lienzos de Ignacio Tovar, parece que todo cobra sentido.
Sus telas son grandes planos de color, con sutiles formas curvas, abstractas, suaves como plumas de pavo real, y una técnica que absorbe la luz y la atrapa en el lienzo con la suavidad del terciopelo, como provocando al espectador a tocar la tela.
"Hasta el morir"
Un nombre, un espacio, un color. ¿Y a ti qué te sugiere ese verso?
Galería Rafael Ortiz. Sevilla.